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Los árboles, seres vitales para las ciudades.

"Se como un árbol. El árbol le da, sombra incluso a aquel que le corta sus ramas"

Sri Chaitanya


"La gente que no hace nada por conservar los árboles, vivirá pronto en un mundo que tampoco podrá sustentar a las personas"

Bryce Nelson

Los árboles y los océanos son los dos grandes reguladores del clima, ambos absorben enormes cantidades de dióxido de carbono y, por lo mismo, ayudan a controlar la temperatura del planeta. Los bosques son como grandes esponjas que toman el CO2 y lo transforman en oxígeno, por lo tanto, son filtros de vital importancia para que nuestra atmósfera constantemente se limpie.


Nuestra forma de producción y consumo desgraciadamente está amenazando año con año la salud de los bosques, destruyendo alrededor de 130,000 kilómetros cuadrados por motivos de tala y quema para desarrollar zonas de monocultivo, para el ganado y el uso de los recursos maderables, para una industria extractivista que impacta de manera terrible grandes extensiones de bosques y selvas.


Este desprecio por los árboles y la gran ignorancia en torno a su vital equilibrio en los ecosistemas y el clima, no se limita nada más a las áreas de conservación, bosques y selvas, pasa también en las ciudades, muchas de las cuales no tienen en sus calles y avenidas árboles que den sombra, pues para los gobiernos y, tristemente, para muchos habitantes, los árboles son motivo de gasto público pues su cuidado, represente una carga para el erario público y, desgraciadamente muchos vecinos ven a los árboles son fuente de basura, generadores de fauna nociva y riesgos para la protección civil.


Es común que, en la Ciudad de México, para poner el ejemplo de experiencias cercanas que hemos tenido, muchas personas desconocen las especies de árboles que hay en sus comunidades, no se destina tiempo alguno para observar y reflexionar sobre la importancia que estos seres vivos nos dan al generar oxígeno, brindar espacios de resguardo y cría para muchas especies de aves, pequeños reptiles, insectos y mamíferos que ayudan a conservar un ecosistema urbano en equilibrio.


El desconocimiento de ésta vital función de los árboles, trae enormes consecuencias para la salud personal y colectiva, pues hay personas que ven al árbol como un estorbo, como algo que sólo genera “basura” cuando sus hojas se desprenden y “ensucian” la banqueta, generando, entonces, molestias al momento de retirarlas, por lo que es muy normal ver como comienzan a hacerle daño a los árboles, agregando cemento el cajete, haciendo cortes a las raíces, introduciendo incluso sustancias que van matando poco a poco al árbol y, por supuesto, haciendo o solicitando podas y derribos.


No se ha logrado entender que, árboles sanos es igual a comunidades sanas, por lo mismo, árboles enfermos, con plagas y parásitos son un reflejo directo del estado de salud colectiva pues lo que le hacemos a los árboles también nos lo estamos haciendo a nosotros.


Ni hablar de la enorme irresponsabilidad con la que muchas administraciones a lo largo de muchas décadas han hecho en torno a cultivar en ciudades árboles, que no son endémicos de la zona, únicamente por consideraciones de índole estético o político, pues, por ejemplo, cuando secaron (otra gran estupidez) el Lago de Texcoco, enormes torrentes de polvo arenoso empezaron a elevarse por los vientos, por lo que hubo la necesidad de generar lo más rápido posible, barreras de árboles que mitigaran parte de este problema y se plantaron eucaliptos, por ser un árbol de rápido crecimiento, que absorbe grandes volúmenes de agua y que tiene, además, un gran problema, pues desarrolla raíces cortas que hacen que el sujeto arbóreo no tenga los agarres suficientes en el subsuelo, provocando constantes caídas en árboles que superan incluso los 25 m de altura.


Hoy, en estas fechas somos testigos en la Ciudad de México de la muerte de palmeras que se van secando ante los ojos absortos de los vecinos, que no logran explicarse este fenómeno que está dejando avenidas desoladas, incluso, la emblemática palmera de la glorieta de la avenida Reforma se secó o la llamada Av. Palmas, es ya un cementerio de esta especie que vaticina un triste panorama urbano.

El motivo de esta lamentable tragedia reside en que los grandes desarrollos inmobiliarios que se han realizado en el poniente de la ciudad, talaron grandes extensiones de bosques, permitiendo que el escarabajo picudo, un hongo y un proceso de fitoplasmosis, buscaran nuevos horizontes, pues su barrera ecosistémica fue destruida.


Otro ejemplo de la ignorancia, abandono y negligencia de las autoridades y habitantes de esta ciudad es la proliferación del muérdago, este parásito que chupa la savia de los árboles hasta secarlos, está diezmando la población de muchas especies por toda la ciudad. Su causa es la proliferación de su semilla como alimento de aves que, al defecarla en los árboles, se enraíza hasta secarlos. Las aves evidentemente no tienen la culpa, comen lo que pueden pues hemos roto la fuente de diversidad de comida que antes tenían.


Lo grave de este asunto es que hay muy poca empatía ciudadana en este tema y por ende las autoridades no lo priorizan y siguen castigando los presupuestos de saneamiento arbóreo para remediar esta catástrofe socioambiental que estamos padeciendo.


Los árboles son grandes guardianes de saberes y de especies, sostén rizomático que ayuda a mantener suelos sanos, su cuidado y conservación debe ser prioridad para las políticas públicas de las ciudades, por ello, lanzamos un llamado de urgente necesidad para que juntos, ciudadanos, empresarios y autoridades trabajemos en conjunto para delinear una política de remediación, cuidado y saneamiento de estos maravillosos seres que, pese a todo, aún disfrutamos.


LIA - Texto libre de Inteligencia Artificial.

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