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Por la defensa del Maíz Criollo, ni un paso atrás.

Por Paco Ayala

T-LIA: Texto libre de inteligencia artificial.



Maíces criollos mexicanos del Estado de México.

Un tratado comercial no puede estar jamás por encima de la salud de un pueblo. Los argumentos que blanden los gobiernos de Estados Unidos y de Canadá responden a los intereses económicos de las grandes empresas de producción de alimentos transgénicos que han devastado la riqueza ecosistémica de los suelos, ocasionando serios daños en la salud de comunidades, allí donde se ha impuesto esta forma de producción alimenticia.

A través de la introducción de sustancias genéticamente alteradas y potentes herbicidas que causan daños ecosistémicos graves y severos problemas sociales, obligan a productores a consumir ad eternum los productos que los hacen esclavos de estas empresas, que lo que buscan es homogeneizar un tipo de cultivo que es controlado por ellas, ya que patentan las semillas y hacen que otras se vuelvan estériles, ocasionando una perversa cadena de dependencia que los agricultores no pueden evitar.


Estas prácticas ponen en serio riesgo la seguridad alimentaria de las naciones que aceptan este tipo de prácticas, muchas veces avaladas por las élites políticas que hoy sabemos han participado del jugoso negocio de la agroindustria de los monocultivos o, también por las fuertes presiones político-económicas que se ejerce sobre gobiernos débiles y dependientes de la economía imperial que busca siempre maximizar las ganancias de sus empresas a costa de la depredación ambiental de otras naciones.


Bien dice el dicho que quien controla el petróleo controla a las naciones pero quien controla los alimentos controla a los individuos, por ello, no es un tema menor el hecho de que hoy nuestro país alce la voz y ponga un límite a los grandes intereses agroindustriales de Estados Unidos y Canadá, que pretenden seguir exportando grandes toneladas de maíz genéticamente modificado a México, después de haber obtenido concesiones de gobiernos anteriores para devastar la producción nacional de maíz y lograr así introducir el modelo de producción-transformación-consumo de alimentos transgénicos. La tarea no es sencilla ya que incluso en ésta administración hay serías presiones internas, tanto de funcionarios de alto nivel como de los agroindustriales mexicanos, que están haciendo eco de las presiones internacionales por quitar el decreto que busca prohibir la importación de maíz modificado.


Ha sido la lucha heroica de muchas organizaciones de la sociedad civil, tales como Sin Maíz No Hay País, Fundación Semillas de Vida y muchas otras organizaciones de campesinos los que han logrado victorias judiciales encomiables y hacer un frente común en contra estas políticas del desastre lo que ha hecho posible que ese decreto se mantenga. Sin embargo, el decreto tiene debilidades jurídicas que si no se refuerzan con un apoyo social fuerte, sucumbirá a los grandes intereses comerciales que hoy están elevando este tema a una controversia entre nuestro país y Estados Unidos y Canadá.


Foto: Carlos Villegas - Tlalmanalli de la Fiesta del Maíz - Pacha Bazar.


Es verdad tenemos una dependencia de maíz amarillo para el consumo de los animales que son alimentados con ese producto transgénico y que la cadena industrial usa para varios alimentos transformados este maíz y es hoy el motivo por el cual el gobierno modificó el decreto para permitir el ingreso de este maíz para ese propósito; sin embargo, esto lo que evidencia son décadas de una política que a propósito desmanteló el campo mexicano para que esto sucediera, revertirlo debe estar inscrito dentro de la política de regeneración del campo mexicano para que de manera paulatina podamos ser autosuficientes en la producción de maíz para alimento de ganado o como insumo en la producción de alimentos transformados. No hacerlo es continuar con un ciclo de dependencia que no es sano para ningún país. Además, existen alimentos sustitutorios para ir reduciendo el uso de maíz amarillo como alimento base para la industria ganadera.


El maíz es símbolo de la unidad identitaria de nuestro país y, por lo mismo, cuidar y preservar su esencia y origen tiene connotaciones muy relevantes para el desarrollo biocultural de nuestro país. No podemos permitir que la variedad de los maíces criollos y nativos se pierdan para abrir paso a una variedad genéticamente modificada que además de contaminar las cepas de los maíces originarios, busca dominar, a través de sus patentes, la producción de éste alimento.


México tiene todo para ser autosuficientes en la producción de maíz de cualquier tipo e incluso para exportar excedentes, pero esto no ha sido posible porque, como se subrayó, son años y años de descuidos consensuados desde las élites político-económicas nacionales y extranjeras, lo que ha posible el desmantelamiento del campo mexicano.



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